INSTITUTO DE LITERATURA INFANTIL "PIS@DIABLITOS"

Saturday, July 01, 2006

LITERATURA INFANTIL ANCASHINA


LITERATURA INFANTIL

Panorama referencial de la literatura infantil ancashina
Ricardo Ayllón(*)

I

Junto a otras especies narrativas, el cuento y la novela infantil escritos en Ancash son relativamente jóvenes. Dentro del proceso que los ha llevado a su actual situación de despegue y desarrollo, jugaron un rol inicial e importante los escritores Rosa Cerna Guardia y Teófilo Maguiña Cueva, quienes desde la década del sesenta del pasado siglo entregaron trabajos orientados específicamente a los niños, comprendiendo la necesidad de un impulso distintivo de la literatura infantil.El caso de Cerna Guardia es singular, puesto que desde un primer momento ofreció narrativa de primera calidad, cuyos principales elementos –una ternura casi innata y la profundidad en sus mensajes no obstante la sencillez en el discurso– la llevaron a ser reconocida en certámenes nacionales e internacionales, como el Premio Nacional Juan Volatín concedido a su novela Los días de Carbón, en 1965; y el primer puesto en el Concurso Internacional YBBY de Chile a su cuento La niña de las trenzas azules, en 1968.Más adelante, se publicaron libros importantes como los de Francisco Gonzáles y Óscar Colchado Lucio. La producción del primero es categórica por su plasticidad en la elección de las especies narrativas, con lo cual parece sentirse cómodo, permitiéndole ofrecer lo mejor de un discurso narrativo infantil en híbridos como la estampa (Estampas de mi madre) y el relato (Vida de perros).Por su parte, Colchado Lucio ingresó con la fuerza arrolladora de un trabajo que se desarrolló tempranamente durante su estancia en Chimbote en la década del setenta, cuando publicaba sus primeros cuentos en la revista Alborada, del Grupo Literario Isla Blanca. En uno de sus primeros libros –el conjunto Del mar a la ciudad (1981)– ya Colchado desarrollaba un discurso dirigido al público infantil, con una reconocible carga social en el mensaje. Pero fue la novela Cholito en los Andes mágicos (1985) la que lo catapultó como un narrador que sintoniza plenamente con los gustos de los niños; siendo importante la propuesta integradora del serial conformado por sus “Cholitos”, el cual se complementa con los títulos Cholito en la ciudad del Río Hablador (costa) y Cholito en la maravillosa Amazonía (selva).Sobre esta base, quizá lo más importante y abarcador hasta el momento en narrativa infantil ancashina sea lo ofrecido por Cerna Guardia y Colchado Lucio. Sin embargo, no se debe perder de vista el importante trabajo (individual y colectivo) que registra el interior de la región.

II

Chimbote representa un obligado punto de referencia si se toma como preámbulo la labor del Grupo Isla Blanca desde la década del setenta, pues fue significativa su intención de periodización de publicaciones colectivas como Alboradita y Cholito. Sin embargo, individualmente, sus integrantes aún no concretan muestras apreciables, y quizá solo se constituyan en buenas intenciones trabajos como El anciano y la serpiente de Félix Ruiz Suárez o Los sueños del zorro Ventolín y la gaviota Golondrona de Víctor Raúl Plasencia. En todo caso, algunos de los mejores cuentos infantiles de los miembros de Isla Blanca se encuentran incluidos en libros de cuentos de temas diversos. Los indicios más reconocibles de narrativa infantil en el interior de Chimbote están incluidos tal vez en los libros de Marco Merry. Gran parte de sus títulos contienen cuentos infantiles y juveniles. Sus dos producciones más recientes, Todo por amor… y El último galán de la noche, publicados durante la última década, han sintonizado masivamente con la lectoría escolar a través del trabajo difusor del sello que los ha editado, Río Santa. El ejercicio ficcional de Marco Merry ofrece retratos cotidianos mediante personajes que pintan de cuerpo entero la heterogénea personalidad de Chimbote, brindando referentes anecdóticos que se recargan de una refinada ironía, mejor asimilables con algunos mensajes (o moralejas) de corte humano y social.Recientemente, Dante Lecca entregó Aventuras de Luchito en el puerto, el cual, en palabras de Óscar Colchado, sirve para que, a través de las incidencias del protagonista, el pequeño lector chimbotano pueda encontrarse con “los diversos problemas que aquejan a la ciudad” y mostrar “aspectos de la vida cotidiana de los hombres del puerto”. Así es, la importancia de este libro reside en que efectúa un repaso minucioso a ciertos elementos de la problemática social, pero a la vez una salida a la necesidad de identidad local en un pueblo tan heterogéneo culturalmente como el de Chimbote. Este último punto constituye también una cuestión urgente para Jaime Guzmán Aranda, quien desde sus recopilaciones narrativas (Sobre las olas y Los juglares de Chimbote), que reúnen algunos cuentos infantiles, trasluce su aspiración por hacer de la realidad chimbotana un ente identificable en el panorama nacional. Dentro del ámbito del puerto, cabe destacar además la flamante aparición de Cuentos de mi infancia, de Ernesto Cedrón León, quien emprende un encuentro con las historias, los paisajes y el colorido que le llegan desde la memoria de la infancia, recreados con lenguaje y estilo sencillos. Finalmente, en este lado del departamento y dueños de una prosa llana pero reconocible, están los profesores César Oliden Alegre, en Casma, con opúsculos narrativos brevísimos pero altamente didácticos, y Teófilo Villacorta Cahuide, en Huarmey, quien en sus dos libros de cuentos (Aventuras en marea caliente y De color rojo) ha incluido relatos infantiles donde el signo de las faenas pesqueras juega un rol preponderante en los contenidos temáticos.

III

Colectivamente, los escritores del Ande ancashino han visto acogida su producción por el accionar de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ), cuyo ente representativo en el Callejón de Huaylas, desde hace diez años, difunde esta especie narrativa a través de la revista Creadores o de actividades regionales de promoción, como congresos de escritores. Sin embargo, cabe destacar la labor individual de narradores como María Ames Márquez (Huarás), Román Obregón Figueroa (Caraz), Maurilio Mejía Moreno (Aija), Domingo de Guzmán Huamán (Huarás), Rómulo Pajuelo Prieto (Caraz) y Áureo Sotelo Huerta (Aija) entre otros; algunos de ellos con libros específicos para niños (como Poesías y cuentos para niños de Ames Márquez, Mataperros. Aromas de la infancia de Pajuelo Prieto y El niño Montaña de Sotelo), y otros con relatos infantiles diseminados en libros de cuentos de índole diversa y en revistas especializadas.Entre los escritores señalados, Ames Márquez manifiesta una entrega personal por esta literatura. Su trabajo es breve y sin embargo dejar entrever –pese a su sencillez– dedicación exclusiva y espontaneidad, lo cual produce gran naturalidad en su expresión. Por su parte, Pajuelo Prieto se ha servido casi siempre de lo testimonial para erigir su narrativa. El libro referido no es la excepción. En este caso, la libertad ofrecida por la remembranza le otorga un cariz de holgura a su prosa, en la cual se complementan perfectamente lo anecdótico y festivo. Áureo Sotelo, en cambio, va detrás de un discurso que pretende la moraleja, su expresión trasunta una voz que generalmente trata de guiar al pequeño lector hacia un mensaje ético; sin desdeñar, obviamente, la presencia de una fuerte presencia de la naturaleza, tal como se percibe en su libro El niño Montaña, donde la presencia de lo bucólico juega un rol predominante en la creación de la atmósfera.

IV

De otra parte, resulta oportuno destacar la labor de recopiladores y antologadores de esta especie narrativa: Lecturas peruanas. Ancash, de Óscar Colchado, constituye dentro de esta tarea un texto fundamental pues enmarca gran parte de la tradición oral y escrita de esta región, y no solo en prosa (cuentos y leyendas) sino también en verso (poemas y canciones); en suma, una muestra integradora, literaria y geográficamente. Este planteamiento de integración territorial es el que manifiesta también Casitas de cartón, importante compendio de cuentos infantiles editado el 2005 dentro de la colección Biblioteca Ancashina, de Ediciones Altazor.Dentro de este mismo proyecto compilatorio, aparecen los trabajos que reúne gran parte de la gama de la oralidad ancashina, basados en el interés por rescatar, recuperar y traducir la tradición andina quechua. En el Ande, destacan, dentro de una orientación infantil y juvenil beneficiada por el cuidado especializado y sistemático, los libros Madre tierra, padre sol. Patsamama, inti yaya del estudioso Francisco Carranza Romero, y Leyendas ancashinas de Marcos Yauri Montero, el cual reúne los conjuntos Ganchiscocha y Warakuy, trabajos que, según ha manifestado el propio novelista, se remontan a 1956, cuando era profesor del Colegio “La Libertad” de Huarás, donde contó con un grupo de estudiantes del colegio que lo apoyó en la labor de recolección. El mismo método es el empleado por la profesora Rosa Leythón Vera, quien en Chimbote entregó recientemente Leyendas de mar y arena, conjunto de textos originados por la rica variedad de relatos orales del litoral ancashino.Sobre la base de lo expuesto, cabe decir que el presente es un repaso referencial del trabajo de algunos de los exponentes de la narrativa infantil, tomando en cuenta la variedad y heterogeneidad de sus propuestas temáticas, estilísticas y técnicas; y distinguiendo el espacio representado a partir del universo recreado y el lenguaje propuesto; premisas bajo las cuales el pequeño lector se encontrará frente a una rica variedad expresiva y un imaginario diverso en el cual existe espacio no solo para la imaginación y la fantasía, sino también para las pautas ineludibles que originan su convivencia dentro de la realidad que habita.Obviamente, tales objetivos deben redundar en un sentimiento de identidad con los elementos que componen el paisaje, la historia y la idiosincrasia del medio ancashino, espacio geográfico que –por su rica variedad de climas y culturas– constituye un referente del gran anhelo de consolidación que es el Perú, territorio que fertiliza diariamente la expectativa de un país unificado y hermanado en la esperanza.

(*) Ricardo Ayllón (Chimbote, 1969). Es autor de los libros de poesía Almacén de Invierno (1996), Des/Nudos (1998) y A la sombra de todos los espejos (2003), de los conjuntos de relatos Monólogos para Leonardo (2001) y Baladas del ornitorrinco (2005), así como de las selecciones Navegar en la lluvia. Antología del cuento ancashino (2003) y Luna de juguete. Poesía infantil de Ancash (2005). Recientemente entregó el libro de entrevistas Solo el puerto lo sabe. Email: ornitorrinquito@hotmail.com

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